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miércoles, 20 de febrero de 2013

Colombia paraíso desigual




Existe en Sudamérica un territorio paradisíaco, con grandes cualidades culturales y físicas.
Este paraíso suramericano que limita al norte con el Mar Caribe, al sur con Perú y Ecuador, al oriente con Venezuela y Brasil, al occidente con el Océano Pacífico y al nor-occidente con Panamá; tiene un lugar privilegiado para un desarrollo prospero. Su territorio le brinda la posibilidad de exportar café, banano, flores, algodón, caña de azúcar, cacao, carbón, derivados del petróleo y piedras preciosas, de una calidad inimaginable. Su topografía es magnífica, puesto que, en su interior, se puede disfrutar no solo de una gran cantidad de climas abrasadores y sobrecogedores, sino también de una inmensa biodiversidad envidiable. Además, este paraíso terrenal, posee las personas más pujantes y alegres del mundo entero, personas que no se dejan llevar por los problemas,  “echadas pa´lante”, que en el transcurso de la historia han tenido que vivir infinidad de males, como las injusticias de los  españoles en los siglos XV al XVII, las matanzas indiscriminadas de liberales y conservadores, los horrores una guerra selvática sin sentido y las desigualdades educativas en las que nos sume este capitalismo salvaje, pero personas, que al final de cada día ven una luz de esperanza, para un futuro vació. Este paraíso es Colombia.

“Donde hay educación no hay distinción de clases” (Confucio)

Educación. Quizá la palabra más mencionada pero, a la vez la menos entendida. Una palabra a la cual se le incorporan rodeos, análisis de mejoramiento, o, tal vez, de empeoramiento.
Educación. ¿Qué sería de nuestra vida sin ella? Simplemente, nuestra especie no sería más que un simple animal; no sabríamos leer, escribir, hablar; la educación lo es todo, pero al parecer en Colombia es casi nada, o nada. Aunque todos conozcamos el significado que tiene la educación para el desarrollo del pensamiento humano, muy pocos se preocupan por darle sentido a esa importancia.
Desde los primeros tiempos, el ser humano se ha visto en la necesidad intrínseca de educar a sus semejantes, con el fin de prepararlos para una vida llena de riesgos.  La educación ha forjado las bases de nuestra sociedad en el transcurrir interminable de la historia.
Se puede definir la educación, según la real academia de la lengua española como la crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes, partiendo desde la instrucción de un docente o educador. Entones esto nos diría que Colombia tiene una educación acorde con su definición. Pero la educación no se queda solo allí, pues esta es también un proceso multidireccional mediante el cual se transmiten conocimientos, valores, costumbres y formas de actuar. La educación no sólo se produce a través de la palabra, pues está presente en todas nuestras acciones, sentimientos y actitudes. La educación debe formar personas ante todo, pero personas con valores y principios humanos, con habilidades comunicativas, lógicas e investigativas, que le permitan un desenvolvimiento adecuado en su entorno.
Ahora bien, vale la pena comenzar a plantearnos las preguntas fundamentales, que nos permitan poder llegar a  conocer y a reconocer, las falencias existentes en el sistema educativo colombiano.
¿Será que en este paraíso terrenal como lo es Colombia existe un declive educacional?, ¿Hay desigualdades en los planes educativos?, ¿Existe una enorme falta de compromiso por parte de los entes reguladores de la educación?
Con base en estas tres preguntas y en su resolución, podremos comprender lo que es en realidad la educación en Colombia.

“La educación es el medio más eficaz para que un país progrese” (Kevin Escobar)

Día a día cada uno de nosotros y de ustedes dedica gran parte de su tiempo asistiendo al colegio o universidad, pero: ¿es realmente eficiente lo “enseñado” en estos lugares? O, en realidad, tendría que mejorar varios (muchos) factores.
Sin meternos todavía de lleno en el tema político; es evidente que en Colombia se debe mejor el sistema educacional. Pero ¿por qué mejorarlo? La respuesta es muy simple. En una sociedad próspera y eficaz, debe existir un poco de igualdad. Para que exista igualdad, cada individuo debe poseer capacidades intelectuales acordes en una medida a las capacidades generales. Mediante la educación, como ya se ha dicho anteriormente, se forman personas con cualidades, capacidades y valores. Si todas las personas estuvieran siendo educadas de una manera óptima, la brecha de la desigualdad, que al parecer cada vez crece más y más en nuestra sociedad consumista y globalizada, no desaparecería, pero indudablemente sería más angosta. Para esto se debe mejorar la educación.
Es evidente pues que la educación es necesaria para el desarrollo de nuestro pensamiento. Pero ¿qué se debe enseñar?
En esencia, la educación Colombiana debe desarrollar en los educandos capacidades para ser buenas personas, competentes y felices. Seres humanos con capacidad de transformar bien su entorno, que enfrenten los problemas y los vuelvan oportunidades, que puedan vivir en comunidad, que identifiquen y busquen el bien común.
Para formar personas capacitadas se deben desarrollar en ellos competencias comunicativas, lógicas e investigativas como se ha dicho anteriormente, pero adicionalmente para lograr poseer mejores seres humanos es necesario desarrollar capacidades para vivir en sociedad y para enfrentar los dilemas morales en los que nos pone el siglo XXI.
La antropóloga de la Universidad Nacional Betty Martínez Ojeda, nos brinda a través de su ensayo “Educación y diversidad cultural”, una mirada acertada sobre la situación actual de los planes de educación nacional. Ella nos dice: “Reflexionar sobre la educación Colombiana en la actualidad, es adentrarse en los complejos devenires de una sociedad como la nuestra, que ha puesto en escena innumerables modelos y estrategias pedagógicas con las mejores intenciones de éxito, pero que de alguna manera, a pesar de sus esfuerzos, no ha conseguido la pretendida armonía y la posibilidad de convivencia sostenida, como lo establece el horizonte paradigmático de toda cultura”.

“Muchas veces las leyes son como las telarañas: los insectos pequeños quedan prendidos en ellas; los grandes la rompen” (Anacarsis)

De acuerdo con la ley 115 de 1994 o Ley General de Educación y con la Ley 30 de 1992 de educación superior:
La educación es un proceso de formación permanente, personal, cultural y social que se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de sus derechos y de sus deberes.
La presente Ley señala las normas generales para regular el Servicio Público de la Educación que cumple una función social acorde con las necesidades e intereses de las personas, de la familia y de la sociedad. Se fundamenta en los principios de la Constitución Política sobre el derecho a la educación que tiene toda persona, en las libertades de enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra y en su carácter de servicio público.
De conformidad con el artículo 67 de la Constitución Política, define y desarrolla la organización y la prestación de la educación formal en sus niveles preescolar, básica (primaria y secundaria) y media, no formal e informal, dirigida a niños y jóvenes en edad escolar, a adultos, a campesinos, a grupos étnicos, a personas con limitaciones físicas, sensoriales y psíquicas, con capacidades excepcionales, y a personas que requieran rehabilitación social.
La Educación Superior es un servicio público cultural, inherente a la finalidad social del Estado.
Observando detenidamente las leyes que velan por la educación, nos damos cuenta, como en muchos otros casos, que la constitución política Colombiana está escrita con vehemencia; en ella se muestran argumentos educativos claros y concisos. Pero lastimosamente esta magnífica Constitución no es cumplida, por el estado.
En Colombia la educación no cumple una función social acorde con las necesidades e intereses de las personas, de la familia y de la sociedad. Solo se acomoda a la conveniencia de unos pocos.
Según el Ministerio de Educación Nacional, la tasa de deserción escolar oscila alrededor del 7.5% de la población estudiantil.
Igualmente, se estima que en Colombia hay casi tres millones de niños por fuera del sistema educativo, de los cuales 2.700.000 son explotados laboralmente y 10.000 han sido reclutados por grupos armados.
Esto evidencia, la falta de compromiso por parte de los entes reguladores para concebir una educación equitativa y proporcional que pueda abarcar toda la población perteneciente a nuestro territorio.
“Sin educación, enferma el alma” (Lucio Anneo Séneca)

El licenciado en literatura de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Miguel Ángel Maldonado García en su libro “Las competencias una opción de vida”, nos dice: “La incorporación de una propuesta de formación por competencias debe considerar la infraestructura de la educación de manera sistemática y eficiente…Este proceso habrá de considerar factores tales como: Políticas educativas, currículo, evaluación por competencias, administración educativa, modelos pedagógicos y didácticos propios, gestión financiera y distribución adecuada de recursos”.
Si tenemos en cuenta los factores que Miguel Ángel nos dice, podremos tener un punto de partida para el desarrollo eficaz y paulatino de la educación en Colombia.
Ahora bien, pensemos igualmente en los colegios y universidades como  espacios  en los cuales tenemos la oportunidad, nosotros los estudiantes, de dar nuestro punto de vista, nuestra opinión y nuestras críticas frente esta problemática social y filosófica que nos aqueja y que incrementa cada día más, independiente de pertenecer a instituciones privadas o públicas, estamos planteando pensamientos sobre el mismo tema: La educación.
Años atrás, cuando nuestros padres e incluso nuestros abuelos estaban en nuestra edad, en nuestra situación, probablemente frente a la educación no tenían mucho porqué quejarse, pues no conocían mucho sobre ella, ni mucho menos existían leyes educativas como las de ahora.
Es notorio y prácticamente obvio saber que la educación Colombiana en vez de ir incrementando su calidad, va en declive. ¿Acaso se ha perdido el sentido educativo en nuestra sociedad? Nuevas leyes, reformas e incluso cambios en el sistema se promulgan libremente sin el consentimiento alguno de los beneficiarios del servicio: los estudiantes.
Los jóvenes tenemos ganas de estudiar, pero estudiar con calidad, no con displicencia. Porque estudiar es sencillamente el empezar a luchar fuertemente por el cumplimiento de los sueños esos que nos hemos propuesto en una escuela. Queremos tener una educación adecuada, apta para el desarrollo de competentes y valores.

Para hablar tanto de política como de educación y llegar a un acuerdo entre todas las partes universales tardaríamos meses, años, década, incluso siglos, y, probablemente, no alcanzaríamos a concretar una postura global sobre el tema. Lo que seguramente si lograríamos, seria malgastar nuestro tiempo mientras los sistemas educativos Colombianos van reduciendo su calidad.
En lo que corresponde a la idea de lo planteado a lo largo del texto, es dar una postura, un punto de vista personal y quizás colectivo acerca de una problemática que nos atrapa a todos. Podríamos decir que quizá lo que falta, o más bien, uno de los principales factores que falta para que la educación colombiana sea de calidad, es emplear un poco de nuestro tiempo generando interiormente una conciencia sana y limpia para poder aplicarla después de tenerla establecida en nuestra mente y generar un entorno más ameno y tranquilo para la convivencia en sociedad, logrando establecer un país mejor, con más equidad e igualdad, un país con más oportunidades.
Mientras más globalizado es el mundo, es mayor la necesidad de identificarnos como individuos miembros de una comunidad; una comunidad con características culturales y valores positivos, en la cual reine por sobre todas las cosas el respeto para con los otros.
En Colombia sería más eficiente desarrollar modelos pedagógico-didácticos que favorezcan el desarrollo y adquisición de competencias, tanto conceptuales como humanas, para que podamos asumir la educación como una empresa común, que nos beneficia a todos y no solamente a los más privilegiados.
Solamente la educación proporcionara la posibilidad de transformación de realidades indeseables y lograra construir, por fin, un paraíso más equitativo educativamente hablando. Todo esto con el fin de que Colombia, se convierta en ese paraíso terrenal al cual todos quisieran pertenecer.

“Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas.” (Martin Luther King)

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