Existe en Sudamérica un
territorio paradisíaco, con grandes cualidades culturales y físicas.
Este paraíso suramericano
que limita al norte con el Mar Caribe, al sur con Perú y Ecuador, al oriente
con Venezuela y Brasil, al occidente con el Océano Pacífico y al nor-occidente
con Panamá; tiene un lugar privilegiado para un desarrollo prospero. Su
territorio le brinda la posibilidad de exportar café, banano, flores, algodón,
caña de azúcar, cacao, carbón, derivados del petróleo y piedras preciosas, de
una calidad inimaginable. Su topografía es magnífica, puesto que, en su
interior, se puede disfrutar no solo de una gran cantidad de climas abrasadores
y sobrecogedores, sino también de una inmensa biodiversidad envidiable. Además,
este paraíso terrenal, posee las personas más pujantes y alegres del mundo
entero, personas que no se dejan llevar por los problemas, “echadas pa´lante”, que en el transcurso de la
historia han tenido que vivir infinidad de males, como las injusticias de los españoles en los siglos XV al XVII, las
matanzas indiscriminadas de liberales y conservadores, los horrores una guerra
selvática sin sentido y las desigualdades educativas en las que nos sume este
capitalismo salvaje, pero personas, que al final de cada día ven una luz de
esperanza, para un futuro vació. Este paraíso es Colombia.
“Donde hay educación no hay distinción de clases”
(Confucio)
Educación. Quizá la palabra más
mencionada pero, a la vez la menos entendida. Una palabra a la cual se le incorporan
rodeos, análisis de mejoramiento, o, tal vez, de empeoramiento.
Educación. ¿Qué sería de
nuestra vida sin ella? Simplemente, nuestra especie no sería más que un simple
animal; no sabríamos leer, escribir, hablar; la educación lo es todo, pero al
parecer en Colombia es casi nada, o nada. Aunque todos conozcamos el
significado que tiene la educación para el desarrollo del pensamiento humano,
muy pocos se preocupan por darle sentido a esa importancia.
Desde los primeros tiempos,
el ser humano se ha visto en la necesidad intrínseca de educar a sus
semejantes, con el fin de prepararlos para una vida llena de riesgos. La educación ha forjado las bases de nuestra
sociedad en el transcurrir interminable de la historia.
Se puede definir la
educación, según la real academia de la lengua española como
la crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a
los jóvenes, partiendo desde la instrucción de un docente o
educador. Entones esto nos diría que Colombia tiene una educación acorde con su
definición. Pero la educación no se queda solo allí, pues esta es también un proceso multidireccional mediante
el cual se transmiten conocimientos, valores, costumbres y formas de actuar. La educación no sólo se produce a través de la palabra, pues está presente en todas nuestras
acciones, sentimientos y actitudes. La educación debe formar personas ante
todo, pero personas con valores y principios humanos, con habilidades
comunicativas, lógicas e investigativas, que le permitan un desenvolvimiento
adecuado en su entorno.
Ahora bien, vale la pena
comenzar a plantearnos las preguntas fundamentales, que nos permitan poder
llegar a conocer y a reconocer, las
falencias existentes en el sistema educativo colombiano.
¿Será que en este paraíso
terrenal como lo es Colombia existe un declive educacional?, ¿Hay desigualdades
en los planes educativos?, ¿Existe una enorme falta de compromiso por parte de
los entes reguladores de la educación?
Con base en estas tres
preguntas y en su resolución, podremos comprender lo que es en realidad la
educación en Colombia.
“La
educación es el medio más eficaz para que un país progrese” (Kevin Escobar)
Día a día cada uno de
nosotros y de ustedes dedica gran parte de su tiempo asistiendo al colegio o
universidad, pero: ¿es realmente eficiente lo “enseñado” en estos lugares? O,
en realidad, tendría que mejorar varios (muchos) factores.
Sin meternos todavía de
lleno en el tema político; es evidente que en Colombia se debe mejor el sistema
educacional. Pero ¿por qué mejorarlo? La respuesta es muy simple. En una
sociedad próspera y eficaz, debe existir un poco de igualdad. Para que exista
igualdad, cada individuo debe poseer capacidades intelectuales acordes en una
medida a las capacidades generales. Mediante la educación, como ya se ha dicho
anteriormente, se forman personas con cualidades, capacidades y valores. Si
todas las personas estuvieran siendo educadas de una manera óptima, la brecha
de la desigualdad, que al parecer cada vez crece más y más en nuestra sociedad
consumista y globalizada, no desaparecería, pero indudablemente sería más
angosta. Para esto se debe mejorar la educación.
Es evidente pues que la
educación es necesaria para el desarrollo de nuestro pensamiento. Pero ¿qué se
debe enseñar?
En esencia, la educación
Colombiana debe desarrollar en los educandos capacidades para ser buenas
personas, competentes y felices. Seres humanos con capacidad de transformar
bien su entorno, que enfrenten los problemas y los vuelvan oportunidades, que
puedan vivir en comunidad, que identifiquen y busquen el bien común.
Para formar personas
capacitadas se deben desarrollar en ellos competencias comunicativas, lógicas e
investigativas como se ha dicho anteriormente, pero adicionalmente para lograr
poseer mejores seres humanos es necesario desarrollar capacidades para vivir en
sociedad y para enfrentar los dilemas morales en los que nos pone el siglo XXI.
La antropóloga de la
Universidad Nacional Betty Martínez Ojeda, nos brinda a través de su ensayo
“Educación y diversidad cultural”, una mirada acertada sobre la situación
actual de los planes de educación nacional. Ella nos dice: “Reflexionar sobre la educación Colombiana en la actualidad, es adentrarse
en los complejos devenires de una sociedad como la nuestra, que ha puesto en
escena innumerables modelos y estrategias pedagógicas con las mejores
intenciones de éxito, pero que de alguna manera, a pesar de sus esfuerzos, no
ha conseguido la pretendida armonía y la posibilidad de convivencia sostenida,
como lo establece el horizonte paradigmático de toda cultura”.
“Muchas
veces las leyes son como las telarañas: los insectos pequeños quedan prendidos
en ellas; los grandes la rompen” (Anacarsis)
De acuerdo con la ley 115 de
1994 o Ley General de Educación y con la Ley 30 de 1992 de educación superior:
La
educación es un proceso de formación permanente, personal, cultural y social
que se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su
dignidad, de sus derechos y de sus deberes.
La
presente Ley señala las normas generales para regular el Servicio Público de la
Educación que cumple una función social acorde con las necesidades e intereses
de las personas, de la familia y de la sociedad. Se fundamenta en los
principios de la Constitución Política sobre el derecho a la educación que
tiene toda persona, en las libertades de enseñanza, aprendizaje, investigación
y cátedra y en su carácter de servicio público.
De
conformidad con el artículo 67 de la Constitución Política, define y desarrolla
la organización y la prestación de la educación formal en sus niveles
preescolar, básica (primaria y secundaria) y media, no formal e informal,
dirigida a niños y jóvenes en edad escolar, a adultos, a campesinos, a grupos
étnicos, a personas con limitaciones físicas, sensoriales y psíquicas, con
capacidades excepcionales, y a personas que requieran rehabilitación social.
La
Educación Superior es un servicio público cultural, inherente a la finalidad social
del Estado.
Observando detenidamente las
leyes que velan por la educación, nos damos cuenta, como en muchos otros casos,
que la constitución política Colombiana está escrita con vehemencia; en ella se
muestran argumentos educativos claros y concisos. Pero lastimosamente esta
magnífica Constitución no es cumplida, por el estado.
En Colombia la educación no
cumple una función social acorde con las necesidades e intereses de las
personas, de la familia y de la sociedad. Solo se acomoda a la conveniencia de
unos pocos.
Según el Ministerio de
Educación Nacional, la tasa de deserción escolar oscila alrededor del 7.5% de
la población estudiantil.
Igualmente, se estima que en
Colombia hay casi tres millones de niños por fuera del sistema educativo, de
los cuales 2.700.000 son explotados laboralmente y 10.000 han sido reclutados
por grupos armados.
Esto evidencia, la falta de
compromiso por parte de los entes reguladores para concebir una educación equitativa
y proporcional que pueda abarcar toda la población perteneciente a nuestro
territorio.
“Sin
educación, enferma el alma” (Lucio Anneo Séneca)
El licenciado en literatura
de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Miguel Ángel Maldonado
García en su libro “Las competencias una opción de vida”, nos dice: “La incorporación de una propuesta de
formación por competencias debe considerar la infraestructura de la educación
de manera sistemática y eficiente…Este proceso habrá de considerar factores
tales como: Políticas educativas, currículo, evaluación por competencias,
administración educativa, modelos pedagógicos y didácticos propios, gestión
financiera y distribución adecuada de recursos”.
Si tenemos en cuenta los
factores que Miguel Ángel nos dice, podremos tener un punto de partida para el
desarrollo eficaz y paulatino de la educación en Colombia.
Ahora bien, pensemos
igualmente en los colegios y universidades como
espacios en los cuales tenemos la
oportunidad, nosotros los estudiantes, de dar nuestro punto de vista, nuestra
opinión y nuestras críticas frente esta problemática social y filosófica que
nos aqueja y que incrementa cada día más, independiente de pertenecer a
instituciones privadas o públicas, estamos planteando pensamientos sobre el
mismo tema: La educación.
Años atrás, cuando nuestros
padres e incluso nuestros abuelos estaban en nuestra edad, en nuestra
situación, probablemente frente a la educación no tenían mucho porqué quejarse,
pues no conocían mucho sobre ella, ni mucho menos existían leyes educativas
como las de ahora.
Es notorio y prácticamente
obvio saber que la educación Colombiana en vez de ir incrementando su calidad,
va en declive. ¿Acaso se ha perdido el sentido educativo en nuestra sociedad? Nuevas
leyes, reformas e incluso cambios en el sistema se promulgan libremente sin el
consentimiento alguno de los beneficiarios del servicio: los estudiantes.
Los jóvenes tenemos ganas de
estudiar, pero estudiar con calidad, no con displicencia. Porque estudiar es
sencillamente el empezar a luchar fuertemente por el cumplimiento de los sueños
esos que nos hemos propuesto en una escuela. Queremos tener una educación
adecuada, apta para el desarrollo de competentes y valores.
Para hablar tanto de
política como de educación y llegar a un acuerdo entre todas las partes universales
tardaríamos meses, años, década, incluso siglos, y, probablemente, no
alcanzaríamos a concretar una postura global sobre el tema. Lo que seguramente
si lograríamos, seria malgastar nuestro tiempo mientras los sistemas educativos
Colombianos van reduciendo su calidad.
En lo que corresponde a la
idea de lo planteado a lo largo del texto, es dar una postura, un punto de
vista personal y quizás colectivo acerca de una problemática que nos atrapa a
todos. Podríamos decir que quizá lo que falta, o más bien, uno de los
principales factores que falta para que la educación colombiana sea de calidad,
es emplear un poco de nuestro tiempo generando interiormente una conciencia
sana y limpia para poder aplicarla después de tenerla establecida en nuestra
mente y generar un entorno más ameno y tranquilo para la convivencia en
sociedad, logrando establecer un país mejor, con más equidad e igualdad, un
país con más oportunidades.
Mientras más globalizado es
el mundo, es mayor la necesidad de identificarnos como individuos miembros de
una comunidad; una comunidad con características culturales y valores
positivos, en la cual reine por sobre todas las cosas el respeto para con los
otros.
En Colombia sería más
eficiente desarrollar modelos pedagógico-didácticos que favorezcan el
desarrollo y adquisición de competencias, tanto conceptuales como humanas, para
que podamos asumir la educación como una empresa común, que nos beneficia a
todos y no solamente a los más privilegiados.
Solamente la educación
proporcionara la posibilidad de transformación de realidades indeseables y
lograra construir, por fin, un paraíso más equitativo educativamente hablando.
Todo esto con el fin de que Colombia, se convierta en ese paraíso terrenal al
cual todos quisieran pertenecer.
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